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Mostrando entradas de marzo, 2018
Secretos telefónicos Por Rafael Navarro Barrón El poder del llamado ‘cuarto poder’ está tan disminuido que ninguna estructura se inmuta cuando se denuncia un hecho que pudiera derivar en la tipificación de un delito grave y, por consiguiente, emprenderse una acción penal contra los implicados. El manoseado caso de César Duarte es una muestra de esa particular circunstancia a la que nos estamos refiriendo. Si la hipótesis de Javier Corral está en lo correcto, el ex gobernador empezó a robar en el primer minuto de su mandato y, hasta la fecha, la presión política (de la oposición al PRI) es la que ha propiciado la búsqueda de elementos de culpabilidad, en las que la PGR no tiene mucho interés de actuar. Si las instituciones fueran serias y efectivas, Duarte no hubiera llegado al final de su mandato. El saqueo debió haberse detectado al primer año de gobierno. Se entiende que no ocurrió nada porque las instituciones que investigan estaban al servicio del gobernador; las ...
Cómo se construye un político Por Rafael Navarro Barrón Si la premisa hechiza que siempre termina en el lugar común de la política, la aplicamos en esta ocasión, tendríamos que iniciar diciendo que “los pueblos tienen los gobiernos o gobernantes que se merecen” y si es así, pensemos pues que una terrible maldición pesa sobre nosotros. Soy de los que con escepticismo creen que la “vox populi” es la “vox Dei”; es esa voz de Dios que se plasma en una boleta electoral para que, con trampas o a lo derecho, llegue un mal gobernante y nos desarticule la vida a todo mundo. La mortificante idea de que Dios quita y pone gobernantes me resuena en la cabeza. Me resisto a esta premisa bíblica y le pido, con respeto a Dios, que quite a dos que tres que nos están mortificando el alma. Así ha ocurrido con los chihuahuenses y, peor aún, con los juarenses. En efecto, estamos mortificados. Los políticos han rascado los huevos al león de tal forma que ya nos hartamos de ver cómo se nos des...
SOMBRA DE LETRAS La corrupción Mata Por Rafael Navarro Barrón Bastó un pequeño tiempo de mi vida periodística para llegar a la conclusión de que la mayoría de los personajes dedicados al servicio público son borregos pestilentes que se autoaplican el principio de la ‘disciplina partidista’ para permanecer en sus puestos. Les llaman burócratas disciplinados. Guardar el código de complicidad que imponen los altos jerarcas del poder público, es como una religión que tiene sus propios cánones: están bien establecidos y marcados por la famosa ‘regla no escrita’ que se evoca en el rapaz ejercicio de gobernar. El que no cumple es excomulgado de la vida pública y se convierte en un apestado político que se hunde en el cieno del olvido, al menos que se haga ‘independiente’, que es el método moderno de la expiación. Así le sucedió a Javier González Mocken, quien saliera de la telaraña de su exjefe político, Enrique Serrano, un político marcado por el pragmatismo y los poder...