La última vez que dialogué con don Severo Barraza, estaba de pie, fuerte y con ánimo. En el taller de engrasado y cambio de aceite, ubicado en el corazón de la Chaveña, el político de la vieja guardia alentaba a los compañeros de partido (el PRI) a pelear la tierra, como lo dijo el general Emiliano Zapata, “la tierra es de quien la trabaja”, pero también “para quien la necesita”, dijo en aquella ocasión del líder campesino y popular. El de ayer fue un encuentro circunstancial. Como periodista verifiqué lo que siempre he creído, que las instituciones y los partidos políticos son fábricas de ingratitud que explotan a sus miembros, a quienes les sirven, a quien lleva al poder a los políticos… luego, los abandonan; se olvidan de ellos y los obligan a vivir de los recuerdos, de las glorias pasadas. En 1991, supe por primera ocasión de don Severo Barraza. En esos días de gloria, era uno de los fieles líderes priístas que participaba en los distritos rurales, en los entonces poderosos secci...
Las manos son el instrumento más terrible del pecado: con ellas tocamos las cosas que ensucian nuestra vida; son las manos armas mortales e instrumentos de condenación, cuando tomanos con ellas lo que no es nuestro. Sean entonces nuestras manos instrumentos de bendición, de amor y de solidaridad... jamás de muerte.