Soy un irreverente analista del mundo que me rodea. Siempre tengo las más extrañas preguntas en torno a la naturaleza. Estoy seguro de que la mayoría de mis cuestionamientos tienen respuesta, pero tendría que durar horas viendo el Discovery Chanel, el History Chanel, Animal Planet y a la Señorita Laura (esto último para aprender a gritar ‘¡desgraciaaaaddoooo!’ y espetárselo al que se robó las tuercas plateadas de las llantas de la camioneta de mi amigo Eleazar Lara).
Pero en la seriedad de mi vida, analizo muchas aristas existencialistas, las cuestiono. A veces exagero porque así soy por dentro y a la verdad no sé si algún día cambiaré, porque la edad ya no me favorece mucho.
Mi mente puede hacer toda una disertación en torno a cualquier cosa (cuando no estoy laborando, lo aclaro). Por ejemplo, en alguna ocasión, analicé a fondo la intensidad de los toritos que nacen en el jardín de mi casa.
Quitarlos del calcetín y de la campana de mi pantalón, fue otra disertación. Empecé con unas pincitas y terminé con un guante para jardín. Mientras liberaba mi ropa de las intrépidas lancetas que picoteaban mis tobillos y los dedos de mis manos, vino a mi mente el secreto de la creación divina… y pregunté a Dios ¿a ti se te ocurrieron los toritos o fue otro de tus renglones torcidos?
En esos momentos de profundidad analítica me invaden las preguntas de más difícil respuesta… ¿quién elige a los diputados? ¿Cómo se gesta en la mente de los legisladores chihuahuenses tanta vaguedad al mismo tiempo? Las ocurrencias en torno a la misión legislativa, ¿es un don, una cualidad, una destreza aprendida en alguna parte del mundo o un defecto congénito? Las barrabasadas que expresan cuando celebran las sesiones ordinarias y extraordinarias ¿son sacadas de los diálogos del libro que narra la ‘Vida inútil de Pito Pérez’? ¿Se trata, a caso, de la memorización de los conjuros de Hermelinda Linda? ¿están recitando un discurso de Cantinflas o uno de los capítulos del manual ‘Cómo ganar una elección’, del intelectual mexicano Rafael Acosta Angeles, mejor conocido como ‘Juanito’?
Como ven, no tengo una vida fácil. Y cuando creo que las cosas se van mejorando en mi vida, cuando estoy cantando victoria y no hay toritos en el patio de casa, hace acto de presencia el resplandor de las brillantes propuestas legislativas.
Es, otra vez, la recaída. Regreso al pantano mental que auspician los políticos mexicanos.
Vamos a los hechos
Ayer fue un día de esos… ¿de dónde salió la idea? Vuelvo a lo mismo. Es como intentar hacer el árbol genealógico y la biografía de un torito. Pero la idea allí está, se publica hoy en varios medios informativos.
El presunto autor: el legislador juarense Enrique Serrano. Pues resulta que a este empresario metido a político se le ocurrió la magnífica idea de multar y obligar a realizar servicios comunitarios a todos aquellos (malos) ciudadanos que hagan apología, promuevan y utilicen el narcotráfico en cualquier actividad de la vida chihuahuense… la advertencia va también para las presidencias municipales.
El legislador propone sancionar con una multa de
Cinco mil pesos, además de un ‘servicio comunitario’, a quienes promuevan, participen o autoricen eventos masivos que difundan la contracultura del narcotráfico, incluidas las autoridades municipales.
A este entuerto se le denomina Delitos Contra la Evolución o Desarrollo de la Personalidad.
El legislador juarense manifestó que el ambiente social que se vive en la entidad despertó la conciencia en torno a que las organizaciones del crimen organizado pretenden arraigarse (¿qué no están bien arraigados?) a la vida cotidiana de los ciudadanos que aspiran a vivir nuevamente en un ambiente de tranquilidad y bienestar común.
Esta nueva legislación persigue las conductas antisociales a través de una norma que intenta garantizar la sana interacción de los ciudadanos.
En síntesis, se pretende evitar las influencias que emiten los narcocorridos, por ejemplo, la contracultura del crimen.
En la explicación que otorgó a los medios de comunicación de la ciudad de Chihuahua, Serrano justificó: “No proponemos la censura arbitraria o retrógrada de la expresión humana a través de las manifestaciones culturales que como legisladores impulsaremos siempre a través de nuestra facultad legislativa para la mejor formación de los ciudadanos”.
“La propuesta es mantener a la sociedad libre de todos los espectáculos que promuevan al narcotráfico como forma de vida, particularmente, entre nuestra juventud”, aclaró Serrano.
Se responde, pues, a la inquietud de la sociedad civil proponiendo la construcción de un mecanismo legal que procurará rescatar y fortalecer la difusión de los valores sociales, blindando a las nuevas generaciones de la influencia de modelos negativos para su sano desarrollo físico y emocional.
“Buscamos que los jóvenes estén libres de contaminación de ideas criminógenas y de falsos ídolos que hacen una verdadera apología del crimen a través de manifestaciones artísticas audiovisuales”, dijo el legislador.
De ahí que también se propusiera agregar un párrafo al Código Municipal del Estado para obligar a los ayuntamientos a tomar en cuenta los valores que sustentan a la sociedad chihuahuense y a los objetivos de desarrollo social, antes de autorizar la realización de un evento en el que se difunda la cultura del narcotráfico o la criminalidad.
Esto último tomando en cuenta que el nuevo delito indicaría que se debe sancionar a quienes participen en la “provocación de un delito y apología de éste o de algún vicio y de la omisión de impedir un delito que atente contra el libre desarrollo de la personalidad, la dignidad humana o la integridad física o mental”.
“Que se emitan reglamentos que restrinjan el otorgamiento de licencias o permisos para eventos donde se realice imprecación a la sociedad chihuahuense, a la paz y al modo honesto de vivir”, mencionó.
Con qué no lo comemos
En la interpretación más estricta de la propuesta del legislador Serrano, tomo aire y pretendo no escandalizar; en una profunda revelación que tengo que hacer, estoy del lado de la iniciativa… sería un ciudadanos satisfechos con el éxito de una propuesta de esa naturaleza.
Pero soy realista, la iniciativa no funcionara en la visión utópica de una sociedad como la nuestra.
No la descalifico, pero en la práctica es una absurda propuesta, que no tiene pies ni cabeza. La medida es muy parecida a la persecución contra la literatura prohibida en el periodo de Hitler o en la extrema visión de la izquierda en los países que fueron contaminados por la corriente marxista leninista. O siendo más estrictos, la persecución contra los cristianos que tienen una Biblia en la cultura China.
Quiero entender que el legislador Serrano emite una desesperada propuesta ante el avance de la contracultura del narcotráfico que, prácticamente, todo lo ha invadido.
No intento ridiculizar al legislador, sino advertir en lo que se va a convertir la propuesta. ¿Cómo combatir la raíz podrida incrustada en el tejido social? ¿con qué armas? ¿bajo qué premisa?
La raíz cultural está infectada: estamos hablando de música, de vestimenta, de iconografía, de vehículos, de armas, de chistes, de modelos de vida, de ‘santos’, de camuflajes sociales, de estilos arquitectónicos, de vehículos, de vinos, licores, cervezas, modas femeninas, mujeres, calzado… en fin.
La contaminación fue penetrando poco a poco a una estructura en la que la autoridad fue permisiva y corrupta.
El narco logró penetrar porque socialmente su influencia fue mayor a la de las otras corrientes. Los jóvenes, ávidos un reconocimiento social, vieron con mejores ojos a los hombres ‘triunfadores’ que traían dinero en la bolsa, vehículos último modelo, casas de ensueño, mujeres hermosas (así, en plural), vinos y licores, joyas y buena ropa.
En el comparativo social, esos hombres, en periodos de paz, eran más competitivos que los profesionistas que se quedaron estancados o avanzaban muy lento, al ser víctimas de una mala política económica en el país.
¿Quién puede desechar una camisa Antony Morato, Balenciaga, Blumarine, Burberry, Calvin Klein, Canali, Christian Dior, Dolce & Gabbana, Dsquared, Ermenegildo Zegna, Etro, Gianfranco Ferre, Gianni Versace, Giorgio Armani, Givenchy, Gucci, Guess, Hugo Boss, Krizia, Missoni, Prada, Ralph Lauren y Valentino?
Durante muchos años, los narcotraficantes y sus mujeres, han puesto esa moda en el jet set mexicano. Las novias de los capos son ex modelos profesionales, jovencitas estereotipadas, mujeres operadas para mejorar su apariencia física… son personas que logran, a muy corta edad, tener éxitos económicos a un costo muy alto.
Lo que no sabe el diputado Serrano es que todos los mercados populares de la ciudad (que son como 400) están infestados de la publicidad del narco, de su moda, de su música.
En síntesis, no se puede emprender una persecución contra los íconos del narcotráfico, cuando socialmente no hay otros héroes que seguir ni estereotipos que convenzan a la niñez y a la juventud.
Los últimos íconos sociales en México han sido, en diversos tiempos, el Subcomandante Marcos; el ex presidente Carlos Salinas; el ex candidato del PRI asesinado en Tijuana, Luis Donaldo Colosio (más conocido después de su muerte), Andrés Manuel López Obrador (antes de que se divorciara del pueblo y de la prensa) y Vicente Fox, ex presidente de México, en su campaña presidencial.
Todos fallaron, salvo uno que no alcanzó a fallar porque murió cuando era candidato.
Son los mismos recuerdos del pasado, con figuras como Lázaro Cárdenas y los íconos del cine, como Pedro Infante, María Felix, José Alfredo Jiménez, Vicente Fernández y Juan Gabriel.
O en los deportes, personajes como Hugo Sánchez, Ana Gabriela Guevara, Rubén ‘El Ratón’ Macías y, el más reciente, Javier ‘El Chicharito’ Hernández.
Ni el primer astronauta Mexicano, Rodolfo Neri Vela, ni los tres premios Nobel que tenemos, uno en literatura, Octavio Paz; otro en la especialidad de Química, José Mario Molina-Pasquel Henríquez y el Premio Nobel de la Paz, quizá el menos conocido, el michoacano Alfonso García Robles, han cautivado a los mexicanos.
Vaya, nadie se levanta diariamente para decir que quiere ser como ellos, salvo los miles de jóvenes que desearían tener la magia del Chicharito Hernández.
Se ha alejado la intención de ser un Benito Juárez, un Miguel Hidalgo, un Francisco Villa… pero muchos jóvenes quisieran tener el poder y el dinero de El Chapo Guzmán, porque, entre otras cosas, es un hombre respetado por algunos y temido por otros… odiado por sus enemigos y familiares de víctimas.
Esos estereotipos son los que prevalecen, ¿quién desearía ser un diputado levantadedos, sin voluntad propia, al servicio del gobernador en turno? ¿Quién desearía ser un legislador sin voluntad propia que va a hacerse tonto al congreso…? Se cumple la premisa: ellos hacen como que trabajan y, producto de esa simulación, reciben un pago capaz de cautivar a los más débiles.
Escriba a Rafael Navarro dirjua@prodigy.net.mx
Pero en la seriedad de mi vida, analizo muchas aristas existencialistas, las cuestiono. A veces exagero porque así soy por dentro y a la verdad no sé si algún día cambiaré, porque la edad ya no me favorece mucho.
Mi mente puede hacer toda una disertación en torno a cualquier cosa (cuando no estoy laborando, lo aclaro). Por ejemplo, en alguna ocasión, analicé a fondo la intensidad de los toritos que nacen en el jardín de mi casa.
Quitarlos del calcetín y de la campana de mi pantalón, fue otra disertación. Empecé con unas pincitas y terminé con un guante para jardín. Mientras liberaba mi ropa de las intrépidas lancetas que picoteaban mis tobillos y los dedos de mis manos, vino a mi mente el secreto de la creación divina… y pregunté a Dios ¿a ti se te ocurrieron los toritos o fue otro de tus renglones torcidos?
En esos momentos de profundidad analítica me invaden las preguntas de más difícil respuesta… ¿quién elige a los diputados? ¿Cómo se gesta en la mente de los legisladores chihuahuenses tanta vaguedad al mismo tiempo? Las ocurrencias en torno a la misión legislativa, ¿es un don, una cualidad, una destreza aprendida en alguna parte del mundo o un defecto congénito? Las barrabasadas que expresan cuando celebran las sesiones ordinarias y extraordinarias ¿son sacadas de los diálogos del libro que narra la ‘Vida inútil de Pito Pérez’? ¿Se trata, a caso, de la memorización de los conjuros de Hermelinda Linda? ¿están recitando un discurso de Cantinflas o uno de los capítulos del manual ‘Cómo ganar una elección’, del intelectual mexicano Rafael Acosta Angeles, mejor conocido como ‘Juanito’?
Como ven, no tengo una vida fácil. Y cuando creo que las cosas se van mejorando en mi vida, cuando estoy cantando victoria y no hay toritos en el patio de casa, hace acto de presencia el resplandor de las brillantes propuestas legislativas.
Es, otra vez, la recaída. Regreso al pantano mental que auspician los políticos mexicanos.
Vamos a los hechos
Ayer fue un día de esos… ¿de dónde salió la idea? Vuelvo a lo mismo. Es como intentar hacer el árbol genealógico y la biografía de un torito. Pero la idea allí está, se publica hoy en varios medios informativos.
El presunto autor: el legislador juarense Enrique Serrano. Pues resulta que a este empresario metido a político se le ocurrió la magnífica idea de multar y obligar a realizar servicios comunitarios a todos aquellos (malos) ciudadanos que hagan apología, promuevan y utilicen el narcotráfico en cualquier actividad de la vida chihuahuense… la advertencia va también para las presidencias municipales.
El legislador propone sancionar con una multa de
Cinco mil pesos, además de un ‘servicio comunitario’, a quienes promuevan, participen o autoricen eventos masivos que difundan la contracultura del narcotráfico, incluidas las autoridades municipales.
A este entuerto se le denomina Delitos Contra la Evolución o Desarrollo de la Personalidad.
El legislador juarense manifestó que el ambiente social que se vive en la entidad despertó la conciencia en torno a que las organizaciones del crimen organizado pretenden arraigarse (¿qué no están bien arraigados?) a la vida cotidiana de los ciudadanos que aspiran a vivir nuevamente en un ambiente de tranquilidad y bienestar común.
Esta nueva legislación persigue las conductas antisociales a través de una norma que intenta garantizar la sana interacción de los ciudadanos.
En síntesis, se pretende evitar las influencias que emiten los narcocorridos, por ejemplo, la contracultura del crimen.
En la explicación que otorgó a los medios de comunicación de la ciudad de Chihuahua, Serrano justificó: “No proponemos la censura arbitraria o retrógrada de la expresión humana a través de las manifestaciones culturales que como legisladores impulsaremos siempre a través de nuestra facultad legislativa para la mejor formación de los ciudadanos”.
“La propuesta es mantener a la sociedad libre de todos los espectáculos que promuevan al narcotráfico como forma de vida, particularmente, entre nuestra juventud”, aclaró Serrano.
Se responde, pues, a la inquietud de la sociedad civil proponiendo la construcción de un mecanismo legal que procurará rescatar y fortalecer la difusión de los valores sociales, blindando a las nuevas generaciones de la influencia de modelos negativos para su sano desarrollo físico y emocional.
“Buscamos que los jóvenes estén libres de contaminación de ideas criminógenas y de falsos ídolos que hacen una verdadera apología del crimen a través de manifestaciones artísticas audiovisuales”, dijo el legislador.
De ahí que también se propusiera agregar un párrafo al Código Municipal del Estado para obligar a los ayuntamientos a tomar en cuenta los valores que sustentan a la sociedad chihuahuense y a los objetivos de desarrollo social, antes de autorizar la realización de un evento en el que se difunda la cultura del narcotráfico o la criminalidad.
Esto último tomando en cuenta que el nuevo delito indicaría que se debe sancionar a quienes participen en la “provocación de un delito y apología de éste o de algún vicio y de la omisión de impedir un delito que atente contra el libre desarrollo de la personalidad, la dignidad humana o la integridad física o mental”.
“Que se emitan reglamentos que restrinjan el otorgamiento de licencias o permisos para eventos donde se realice imprecación a la sociedad chihuahuense, a la paz y al modo honesto de vivir”, mencionó.
Con qué no lo comemos
En la interpretación más estricta de la propuesta del legislador Serrano, tomo aire y pretendo no escandalizar; en una profunda revelación que tengo que hacer, estoy del lado de la iniciativa… sería un ciudadanos satisfechos con el éxito de una propuesta de esa naturaleza.
Pero soy realista, la iniciativa no funcionara en la visión utópica de una sociedad como la nuestra.
No la descalifico, pero en la práctica es una absurda propuesta, que no tiene pies ni cabeza. La medida es muy parecida a la persecución contra la literatura prohibida en el periodo de Hitler o en la extrema visión de la izquierda en los países que fueron contaminados por la corriente marxista leninista. O siendo más estrictos, la persecución contra los cristianos que tienen una Biblia en la cultura China.
Quiero entender que el legislador Serrano emite una desesperada propuesta ante el avance de la contracultura del narcotráfico que, prácticamente, todo lo ha invadido.
No intento ridiculizar al legislador, sino advertir en lo que se va a convertir la propuesta. ¿Cómo combatir la raíz podrida incrustada en el tejido social? ¿con qué armas? ¿bajo qué premisa?
La raíz cultural está infectada: estamos hablando de música, de vestimenta, de iconografía, de vehículos, de armas, de chistes, de modelos de vida, de ‘santos’, de camuflajes sociales, de estilos arquitectónicos, de vehículos, de vinos, licores, cervezas, modas femeninas, mujeres, calzado… en fin.
La contaminación fue penetrando poco a poco a una estructura en la que la autoridad fue permisiva y corrupta.
El narco logró penetrar porque socialmente su influencia fue mayor a la de las otras corrientes. Los jóvenes, ávidos un reconocimiento social, vieron con mejores ojos a los hombres ‘triunfadores’ que traían dinero en la bolsa, vehículos último modelo, casas de ensueño, mujeres hermosas (así, en plural), vinos y licores, joyas y buena ropa.
En el comparativo social, esos hombres, en periodos de paz, eran más competitivos que los profesionistas que se quedaron estancados o avanzaban muy lento, al ser víctimas de una mala política económica en el país.
¿Quién puede desechar una camisa Antony Morato, Balenciaga, Blumarine, Burberry, Calvin Klein, Canali, Christian Dior, Dolce & Gabbana, Dsquared, Ermenegildo Zegna, Etro, Gianfranco Ferre, Gianni Versace, Giorgio Armani, Givenchy, Gucci, Guess, Hugo Boss, Krizia, Missoni, Prada, Ralph Lauren y Valentino?
Durante muchos años, los narcotraficantes y sus mujeres, han puesto esa moda en el jet set mexicano. Las novias de los capos son ex modelos profesionales, jovencitas estereotipadas, mujeres operadas para mejorar su apariencia física… son personas que logran, a muy corta edad, tener éxitos económicos a un costo muy alto.
Lo que no sabe el diputado Serrano es que todos los mercados populares de la ciudad (que son como 400) están infestados de la publicidad del narco, de su moda, de su música.
En síntesis, no se puede emprender una persecución contra los íconos del narcotráfico, cuando socialmente no hay otros héroes que seguir ni estereotipos que convenzan a la niñez y a la juventud.
Los últimos íconos sociales en México han sido, en diversos tiempos, el Subcomandante Marcos; el ex presidente Carlos Salinas; el ex candidato del PRI asesinado en Tijuana, Luis Donaldo Colosio (más conocido después de su muerte), Andrés Manuel López Obrador (antes de que se divorciara del pueblo y de la prensa) y Vicente Fox, ex presidente de México, en su campaña presidencial.
Todos fallaron, salvo uno que no alcanzó a fallar porque murió cuando era candidato.
Son los mismos recuerdos del pasado, con figuras como Lázaro Cárdenas y los íconos del cine, como Pedro Infante, María Felix, José Alfredo Jiménez, Vicente Fernández y Juan Gabriel.
O en los deportes, personajes como Hugo Sánchez, Ana Gabriela Guevara, Rubén ‘El Ratón’ Macías y, el más reciente, Javier ‘El Chicharito’ Hernández.
Ni el primer astronauta Mexicano, Rodolfo Neri Vela, ni los tres premios Nobel que tenemos, uno en literatura, Octavio Paz; otro en la especialidad de Química, José Mario Molina-Pasquel Henríquez y el Premio Nobel de la Paz, quizá el menos conocido, el michoacano Alfonso García Robles, han cautivado a los mexicanos.
Vaya, nadie se levanta diariamente para decir que quiere ser como ellos, salvo los miles de jóvenes que desearían tener la magia del Chicharito Hernández.
Se ha alejado la intención de ser un Benito Juárez, un Miguel Hidalgo, un Francisco Villa… pero muchos jóvenes quisieran tener el poder y el dinero de El Chapo Guzmán, porque, entre otras cosas, es un hombre respetado por algunos y temido por otros… odiado por sus enemigos y familiares de víctimas.
Esos estereotipos son los que prevalecen, ¿quién desearía ser un diputado levantadedos, sin voluntad propia, al servicio del gobernador en turno? ¿Quién desearía ser un legislador sin voluntad propia que va a hacerse tonto al congreso…? Se cumple la premisa: ellos hacen como que trabajan y, producto de esa simulación, reciben un pago capaz de cautivar a los más débiles.
Escriba a Rafael Navarro dirjua@prodigy.net.mx
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