Por Rafael Navarro Barrón
En las últimas horas se ha recrudecido el ataque por parte de policías contra de los juarense de bien, principalmente contra la gente más desprotegida de esta frontera que todos los días se juega la vida para sortear esta terrible crisis económica que está generando desesperanza y dolor.
La llegada de Julián Leyzaola, el superhéroe de Tijuana, generó alternativas de solución para afrontar dos problemas torales que estaban hundiendo a la Secretaría de Seguridad Pública Municipal: 1- la terrible corrupción de la corporación que se ligó, en cuerpo y alma, con el crimen organizado; y 2- la cobardía de sus miembros, que corrían o se escondían cuando observaban por las calles las tradicionales caravanas del crimen organizado y que, por el contrario, eran abusones y prepotentes con las personas desarmadas e inofensivas.
Los mismos agentes municipales han documentado que la estrategia de Leyzaola ha tenido éxito en cuanto a la percepción interna, pero es preocupante hacia la parte externa, hacia la población que está sufriendo los embates de la violencia extrema.
La información divulgada por funcionarios y policías cercanos al Teniente Julián Leyzaola Pérez, ha creado una serie de mitos y anécdotas en torno al héroe de Tijuana.
Las versiones rayan en el absurdo, como la anécdota vertida en torno a la facilidad con la que el jefe policiaco ha decidido proporcionar, ¡a todo mundo!, el número de sus teléfonos móviles.
En una reunión con los mandos de la policía, el jefe policiaco les dijo que “todos podían llamar a sus números telefónicos” y, con toda reserva, proporcionar los nombres de aquellas personas de la corporación que “andan movidos”.
Muchos de los policías movidos, según las fuentes policiacas, están en los ingresos a las estaciones de policía, sin armamento, pues la versión del jefe policiaco es que esos elementos no merecen respeto, como ellos no respetan a sus compañeros que han caído a causa de su deslealtad.
En la reunión de Leyzaola con los mandos policiacos, el secretario recibió una llamada, aparentemente de uno de los encargados de la plaza, por parte del crimen organizado.
Leyzaola le mentó la madre y colgó. Además advirtió a sus subalternos que quien se ligue con cualquiera de los grupos en pugna y “yo me entere”, yo mismo los voy a detener y a meter a la cárcel.
Cada mañana, en el pase de lista, el Jefe Leyzaola ‘terapea’ a los agentes. Les levanta el ánimo y les hace sentir que el uniforme la estima y los convoca a que ejerciten su autoridad al enfrentarse a los delincuentes sin miedo, “para que los respeten”.
ACCIÓN EN EL CENTRO
En reuniones privadas, primero con los regidores del ayuntamiento, luego con los empresarios, el Secretario les hizo saber cuál sería la estrategia inicial. Una de esas acciones es la limpieza del centro de la ciudad, donde se localiza la estación Delicias de la Policía Municipal.
El diagnóstico de la zona, según la Policía Federal, es aterrador: picaderos, prostitución masculina y femenina, cantinuchas de mala muerte, robos, asaltos, trata de blancas, pasamojados, venta de documentos de migración…
Cuadro por cuadro, la policía municipal tienen la encomienda de ir acabando con los cotos de poder del crimen organizado. De hecho, el ataque a la venta de los discos compactos de música y películas piratas, es parte de esa lucha.
Y precisamente los informes de inteligencia de la Policía Federal, establecen que la piratería es una de las áreas de acción del crimen organizado que ha servido para el financiamiento de otras actividades.
Los trabajos de limpieza del grupo Delta son parte de la encomienda del Jefe Leyzaola, así como el decomiso de vehículos sin placas y detención de personas que los tripulan.
Para darnos una idea de la magnitud de acción de la Policía Federal y de la Policía Municipal, que trabajan en forma separada, pero conjunta, los fines de semana ingresan hasta 400 personas a las cárceles públicas, cuando el promedio no llegaba a 100.
Esa actividad policiaca ha sido definitiva para generar animadversión en contra de la policía municipal y del jefe policiaco. Las medidas cautelares se han recrudecido en contra de moros y cristianos, cometiéndose abusos y generando la falsa visión de orden público.
FALSA VIRILIDAD
La falsa virilidad del jefe policiaco, se adereza con los mensajes al crimen organizado. El Secretario, de acuerdo a una versión periodística, ha retado a la mafia del narcotráfico a que “me amenacen a mí esos perros hijos de la chingada”. La información refería que el funcionario estaba furioso, luego de que una aparente célula del cártel de Sinaloa, asesinara a un capitán de la policía municipal.
Hace unos días, en el centro de la ciudad, Leyzaola ordenó quitar el vehículo a un reportero del periódico El Mexicano, bajo el argumento de que no traía placas.
El hecho generó reacciones, no únicamente periodísticas, sino de orden político, pues el municipio tuvo que aclarar que estaba facultado para quitar vehículos ‘chuecos’ porque ellos no habían firmado el convenio de colaboración con el Estado y la federación, que otorga 120 días a partir de la emisión del decreto automotriz, para iniciar con los decomisos de automóviles extranjeros no regularizados.
Leyzaola es un militar retirado. Su abuelo y su padre fueron también miembros del Ejército Mexicano. La fama de este ‘robocop’ tercermundista, ha llegado a tales niveles que gana exactamente igual que el alcalde de ciudad Juárez, algo así como 60 mil pesos mensuales.
Su vida privada es un misterio. Pocos saben dónde vive, cómo vive, si está casado. Esos detalles no se han dado a conocer a la opinión pública.
Lo que sí es un hecho, es que sus aventuras policiacas, han incrementado sus bonos ante la opinión pública. Los empresarios, que son una casta acomodaticia, timorata y retrógrada, al igual que los levantadedos y mujerujos de los regidores, salieron encantados de las reuniones con el Jefe Policiaco.
Los que han platicado con él, dicen que impone miedo. Es un hombre que escrudiña a los visitantes y los incomoda con su silencio y sus frases categóricas, al referirse a los narcotraficantes con adjetivos un tanto alzados de tono.
La agenda de reuniones, matizadas con su famosa frase, de que ejerce una “política de puertas abiertas”, no es más que un ardid, pues ha pedido que algunos sectores, entre ellos el de los medios de comunicación, estén lejos de él.
No lee periódicos, no ve programas de noticias, no escucha estaciones de radio. Su visión está enfocada a su actividad principal, que es la de la seguridad pública, según él.
PINCHES CHISMOSOS
Los incidentes registrados ayer con reporteros locales y del extranjero muestran la nueva cara de la policía. Antes era corrupta y miedosa, ahora es corrupta y prepotente, con un jefe policiaco que parece sacado de un libro de antihéroes.
Resulta extraño como alguien que no es de Juárez, por muchos méritos de organización policial y otras yerbas que le agreguen, intente imponer los criterios de la seguridad pública como si fuera un verdadero experto... y lo peor es que lo creamos.
Hasta hoy, los efectos de su presencia en Juárez se han dejado sentir al motivar a la policía municipal, que se había convertido en un especie de perro de ‘perro faldero’ de la policía Federal.
Ahora, en esa nueva visión, elementos al servicio del nuevo Secretario han puesto la nota discordante al mostrar su verdadera cara como asaltantes, asesinos, carjakeros, cobradores de cuotas… y lo que se acumule esta semana.
El agravio ayer fue en contra de tres periodistas. El primero fue el abuso hacia los periodistas del Periódico Norte, donde el fotógrafo Ismael Villagómez y el reportero Pablo Hernández Batista, se encontraban cubriendo un operativo de elementos de la SSPM, quienes sin argumentar el por qué impidieron la labor periodística, para luego ser arrestados, esposados y llevados a la estación Delicias sin una justificación, violentando la libertad de prensa que rige la constitución Mexicana.
Los reporteros informaron que habían ido a cubrir una denuncia ciudadana donde les habían informado que policías municipales se encontraban levantando a personas que fueran sospechosas en el centro y a toda aquella persona que no contara con alguna identificación oficial, además de los ya clásicas acciones contra los vendedores de discos piratas.
Aunque los reporteros se identificaron plenamente con los polimunicipales, los agentes argumentaron que detrás de la actividad periodística está el crimen organizado, que manda a los reporteros a tomarles fotos, para luego tomar represalias contra los uniformados.
En un segundo hecho, minutos más tarde en el mismo sector centro de la ciudad, elementos pedestres, impidieron el quehacer periodístico del reportero Luis Escalera del canal de televisión 26 de la empresa Univisión, quien de la misma manera solamente levantaba imágenes sobre una denuncia ciudadana.
Escalera se encontraba en el primer cuadro de la ciudad, realizando una entrevista. Dialogaba con una persona que estaba siendo acusada de explotar a una ancianita, cuando llegaron elementos pedestres, le bajaron la cámara de video y señalaron que la acción la realizaban por órdenes del Secretario de Seguridad Pública Municipal, Julián Leyzaola Pérez.
Al cuestionar el reportero sobre su actuar, simplemente se limitaron a señalar que iba a ser arrestado, sin embargo sólo fue retenido frente a La Plaza de Armas por espacio de 5 minutos.
EJERCICIO NEFASTO
Independientemente de la imagen que el Teniente Leyzaola tenga de los medios de comunicación y los reporteros, en estos momentos no es una buena idea abrir frentes en contra de sectores que operan desarmados y no representan peligro alguno.
Algo delicado en todo esto, es que la figura del alcalde, frente al jefe policiaco, se ha disminuido en forma extraña. Ayer quedó demostrado al emitirse un timorato boletín de prensa, en el que se anuncia que el caso de agresión a periodistas no procede de las órdenes de Leyzaola y que el caso será enviado a Asuntos Internos que, como todos sabemos, es una instancia exacerbadamente inútil. Es como un enorme congelador que recibe las penurias de los gobernados, pues sus miembros son, valga la comparación, como ‘leyzaolitas’ que se ensañan contra los funcionarios menores y le tienen miedo a los policías y tránsitos, no se diga a los jefes de esas corporaciones.
En ese entorno, pareciera que estamos frente a un carácter disminuido del alcalde que ha cedido el poder a Julián Leyzaola que no únicamente gana igual que el alcalde, sino que impone la ley a su arbitrio.
Las agresiones a periodistas es solo uno de los peligros que implican la visión exacerbada del jefe de policía, pues los comunicadores no somos delincuentes, ni traemos armas, ni somos parte de la guerra que se libra en ciudad Juárez, por el contrario, somos víctimas de esa confrontación.
Las órdenes de Leyzaola, esas de que ‘a mi me vale madre quién sea… que todos cumplan la ley’, no es más que un ridículo grito de guerra, un ladrido de perro.
La otra anécdota que le adjudican es que en Tijuana detuvo al hijo del alcalde y le quitó el carro, porque cometió una infracción vial. ¡Qué hombre! ¡qué virilidad! ¡qué ejemplo de servidor público! Esas son las acciones que requiere el pueblo, determinantes, visionarias y cerotolerantes… sí, eso deseamos, que se atente contra los que estamos desarmados y corran, como cobardes, contra los que llevan un arma, aunque sea de juguete.
Para resolver el problema de la inseguridad en Juárez no necesitábamos un tirano, sino un servidor público que atienda con respeto a la ciudadanía que tiene tres años en un encierro involuntario, a causa de la violencia que generaron los mismos cuerpos policiacos.
No, no es buena la estridencia, las bravuconerías de pelafustanes y perdularios uniformados que denigran a la raza humana y que derrumban la paz y la esperanza de la gente buena de esta ciudad.
Los Rambos, Robocops, Terminator, los chapulines colorados hay que decirlo fuerte, no son más que imágenes creadas al estilo de Hollywood y Televisa que nada tienen que ver con la realidad en la que vivimos.
Y aquí lo práctico es recomendar que la función pública y la acción de los cuerpos policiacos, particularmente el que está en manos de Leyzaola, no vaya a terminar en un simple remedo, en una mala parodia de la ‘loca academia de policía’, en una versión maltrecha de ‘el agente 777’ o, en su defecto, en la cárcel pública donde los gendarmes encierran todos los días a ‘La chupitos’, por la misma causa... porque encerrar a los poderosos (sea quién sea), es una práctica que les produce algo más que un simple gas en el trasero.
Escriba a Rafael Navarro dirjua@prodigy.net.mx
www.codigobering.blogspot.com
En las últimas horas se ha recrudecido el ataque por parte de policías contra de los juarense de bien, principalmente contra la gente más desprotegida de esta frontera que todos los días se juega la vida para sortear esta terrible crisis económica que está generando desesperanza y dolor.
La llegada de Julián Leyzaola, el superhéroe de Tijuana, generó alternativas de solución para afrontar dos problemas torales que estaban hundiendo a la Secretaría de Seguridad Pública Municipal: 1- la terrible corrupción de la corporación que se ligó, en cuerpo y alma, con el crimen organizado; y 2- la cobardía de sus miembros, que corrían o se escondían cuando observaban por las calles las tradicionales caravanas del crimen organizado y que, por el contrario, eran abusones y prepotentes con las personas desarmadas e inofensivas.
Los mismos agentes municipales han documentado que la estrategia de Leyzaola ha tenido éxito en cuanto a la percepción interna, pero es preocupante hacia la parte externa, hacia la población que está sufriendo los embates de la violencia extrema.
La información divulgada por funcionarios y policías cercanos al Teniente Julián Leyzaola Pérez, ha creado una serie de mitos y anécdotas en torno al héroe de Tijuana.
Las versiones rayan en el absurdo, como la anécdota vertida en torno a la facilidad con la que el jefe policiaco ha decidido proporcionar, ¡a todo mundo!, el número de sus teléfonos móviles.
En una reunión con los mandos de la policía, el jefe policiaco les dijo que “todos podían llamar a sus números telefónicos” y, con toda reserva, proporcionar los nombres de aquellas personas de la corporación que “andan movidos”.
Muchos de los policías movidos, según las fuentes policiacas, están en los ingresos a las estaciones de policía, sin armamento, pues la versión del jefe policiaco es que esos elementos no merecen respeto, como ellos no respetan a sus compañeros que han caído a causa de su deslealtad.
En la reunión de Leyzaola con los mandos policiacos, el secretario recibió una llamada, aparentemente de uno de los encargados de la plaza, por parte del crimen organizado.
Leyzaola le mentó la madre y colgó. Además advirtió a sus subalternos que quien se ligue con cualquiera de los grupos en pugna y “yo me entere”, yo mismo los voy a detener y a meter a la cárcel.
Cada mañana, en el pase de lista, el Jefe Leyzaola ‘terapea’ a los agentes. Les levanta el ánimo y les hace sentir que el uniforme la estima y los convoca a que ejerciten su autoridad al enfrentarse a los delincuentes sin miedo, “para que los respeten”.
ACCIÓN EN EL CENTRO
En reuniones privadas, primero con los regidores del ayuntamiento, luego con los empresarios, el Secretario les hizo saber cuál sería la estrategia inicial. Una de esas acciones es la limpieza del centro de la ciudad, donde se localiza la estación Delicias de la Policía Municipal.
El diagnóstico de la zona, según la Policía Federal, es aterrador: picaderos, prostitución masculina y femenina, cantinuchas de mala muerte, robos, asaltos, trata de blancas, pasamojados, venta de documentos de migración…
Cuadro por cuadro, la policía municipal tienen la encomienda de ir acabando con los cotos de poder del crimen organizado. De hecho, el ataque a la venta de los discos compactos de música y películas piratas, es parte de esa lucha.
Y precisamente los informes de inteligencia de la Policía Federal, establecen que la piratería es una de las áreas de acción del crimen organizado que ha servido para el financiamiento de otras actividades.
Los trabajos de limpieza del grupo Delta son parte de la encomienda del Jefe Leyzaola, así como el decomiso de vehículos sin placas y detención de personas que los tripulan.
Para darnos una idea de la magnitud de acción de la Policía Federal y de la Policía Municipal, que trabajan en forma separada, pero conjunta, los fines de semana ingresan hasta 400 personas a las cárceles públicas, cuando el promedio no llegaba a 100.
Esa actividad policiaca ha sido definitiva para generar animadversión en contra de la policía municipal y del jefe policiaco. Las medidas cautelares se han recrudecido en contra de moros y cristianos, cometiéndose abusos y generando la falsa visión de orden público.
FALSA VIRILIDAD
La falsa virilidad del jefe policiaco, se adereza con los mensajes al crimen organizado. El Secretario, de acuerdo a una versión periodística, ha retado a la mafia del narcotráfico a que “me amenacen a mí esos perros hijos de la chingada”. La información refería que el funcionario estaba furioso, luego de que una aparente célula del cártel de Sinaloa, asesinara a un capitán de la policía municipal.
Hace unos días, en el centro de la ciudad, Leyzaola ordenó quitar el vehículo a un reportero del periódico El Mexicano, bajo el argumento de que no traía placas.
El hecho generó reacciones, no únicamente periodísticas, sino de orden político, pues el municipio tuvo que aclarar que estaba facultado para quitar vehículos ‘chuecos’ porque ellos no habían firmado el convenio de colaboración con el Estado y la federación, que otorga 120 días a partir de la emisión del decreto automotriz, para iniciar con los decomisos de automóviles extranjeros no regularizados.
Leyzaola es un militar retirado. Su abuelo y su padre fueron también miembros del Ejército Mexicano. La fama de este ‘robocop’ tercermundista, ha llegado a tales niveles que gana exactamente igual que el alcalde de ciudad Juárez, algo así como 60 mil pesos mensuales.
Su vida privada es un misterio. Pocos saben dónde vive, cómo vive, si está casado. Esos detalles no se han dado a conocer a la opinión pública.
Lo que sí es un hecho, es que sus aventuras policiacas, han incrementado sus bonos ante la opinión pública. Los empresarios, que son una casta acomodaticia, timorata y retrógrada, al igual que los levantadedos y mujerujos de los regidores, salieron encantados de las reuniones con el Jefe Policiaco.
Los que han platicado con él, dicen que impone miedo. Es un hombre que escrudiña a los visitantes y los incomoda con su silencio y sus frases categóricas, al referirse a los narcotraficantes con adjetivos un tanto alzados de tono.
La agenda de reuniones, matizadas con su famosa frase, de que ejerce una “política de puertas abiertas”, no es más que un ardid, pues ha pedido que algunos sectores, entre ellos el de los medios de comunicación, estén lejos de él.
No lee periódicos, no ve programas de noticias, no escucha estaciones de radio. Su visión está enfocada a su actividad principal, que es la de la seguridad pública, según él.
PINCHES CHISMOSOS
Los incidentes registrados ayer con reporteros locales y del extranjero muestran la nueva cara de la policía. Antes era corrupta y miedosa, ahora es corrupta y prepotente, con un jefe policiaco que parece sacado de un libro de antihéroes.
Resulta extraño como alguien que no es de Juárez, por muchos méritos de organización policial y otras yerbas que le agreguen, intente imponer los criterios de la seguridad pública como si fuera un verdadero experto... y lo peor es que lo creamos.
Hasta hoy, los efectos de su presencia en Juárez se han dejado sentir al motivar a la policía municipal, que se había convertido en un especie de perro de ‘perro faldero’ de la policía Federal.
Ahora, en esa nueva visión, elementos al servicio del nuevo Secretario han puesto la nota discordante al mostrar su verdadera cara como asaltantes, asesinos, carjakeros, cobradores de cuotas… y lo que se acumule esta semana.
El agravio ayer fue en contra de tres periodistas. El primero fue el abuso hacia los periodistas del Periódico Norte, donde el fotógrafo Ismael Villagómez y el reportero Pablo Hernández Batista, se encontraban cubriendo un operativo de elementos de la SSPM, quienes sin argumentar el por qué impidieron la labor periodística, para luego ser arrestados, esposados y llevados a la estación Delicias sin una justificación, violentando la libertad de prensa que rige la constitución Mexicana.
Los reporteros informaron que habían ido a cubrir una denuncia ciudadana donde les habían informado que policías municipales se encontraban levantando a personas que fueran sospechosas en el centro y a toda aquella persona que no contara con alguna identificación oficial, además de los ya clásicas acciones contra los vendedores de discos piratas.
Aunque los reporteros se identificaron plenamente con los polimunicipales, los agentes argumentaron que detrás de la actividad periodística está el crimen organizado, que manda a los reporteros a tomarles fotos, para luego tomar represalias contra los uniformados.
En un segundo hecho, minutos más tarde en el mismo sector centro de la ciudad, elementos pedestres, impidieron el quehacer periodístico del reportero Luis Escalera del canal de televisión 26 de la empresa Univisión, quien de la misma manera solamente levantaba imágenes sobre una denuncia ciudadana.
Escalera se encontraba en el primer cuadro de la ciudad, realizando una entrevista. Dialogaba con una persona que estaba siendo acusada de explotar a una ancianita, cuando llegaron elementos pedestres, le bajaron la cámara de video y señalaron que la acción la realizaban por órdenes del Secretario de Seguridad Pública Municipal, Julián Leyzaola Pérez.
Al cuestionar el reportero sobre su actuar, simplemente se limitaron a señalar que iba a ser arrestado, sin embargo sólo fue retenido frente a La Plaza de Armas por espacio de 5 minutos.
EJERCICIO NEFASTO
Independientemente de la imagen que el Teniente Leyzaola tenga de los medios de comunicación y los reporteros, en estos momentos no es una buena idea abrir frentes en contra de sectores que operan desarmados y no representan peligro alguno.
Algo delicado en todo esto, es que la figura del alcalde, frente al jefe policiaco, se ha disminuido en forma extraña. Ayer quedó demostrado al emitirse un timorato boletín de prensa, en el que se anuncia que el caso de agresión a periodistas no procede de las órdenes de Leyzaola y que el caso será enviado a Asuntos Internos que, como todos sabemos, es una instancia exacerbadamente inútil. Es como un enorme congelador que recibe las penurias de los gobernados, pues sus miembros son, valga la comparación, como ‘leyzaolitas’ que se ensañan contra los funcionarios menores y le tienen miedo a los policías y tránsitos, no se diga a los jefes de esas corporaciones.
En ese entorno, pareciera que estamos frente a un carácter disminuido del alcalde que ha cedido el poder a Julián Leyzaola que no únicamente gana igual que el alcalde, sino que impone la ley a su arbitrio.
Las agresiones a periodistas es solo uno de los peligros que implican la visión exacerbada del jefe de policía, pues los comunicadores no somos delincuentes, ni traemos armas, ni somos parte de la guerra que se libra en ciudad Juárez, por el contrario, somos víctimas de esa confrontación.
Las órdenes de Leyzaola, esas de que ‘a mi me vale madre quién sea… que todos cumplan la ley’, no es más que un ridículo grito de guerra, un ladrido de perro.
La otra anécdota que le adjudican es que en Tijuana detuvo al hijo del alcalde y le quitó el carro, porque cometió una infracción vial. ¡Qué hombre! ¡qué virilidad! ¡qué ejemplo de servidor público! Esas son las acciones que requiere el pueblo, determinantes, visionarias y cerotolerantes… sí, eso deseamos, que se atente contra los que estamos desarmados y corran, como cobardes, contra los que llevan un arma, aunque sea de juguete.
Para resolver el problema de la inseguridad en Juárez no necesitábamos un tirano, sino un servidor público que atienda con respeto a la ciudadanía que tiene tres años en un encierro involuntario, a causa de la violencia que generaron los mismos cuerpos policiacos.
No, no es buena la estridencia, las bravuconerías de pelafustanes y perdularios uniformados que denigran a la raza humana y que derrumban la paz y la esperanza de la gente buena de esta ciudad.
Los Rambos, Robocops, Terminator, los chapulines colorados hay que decirlo fuerte, no son más que imágenes creadas al estilo de Hollywood y Televisa que nada tienen que ver con la realidad en la que vivimos.
Y aquí lo práctico es recomendar que la función pública y la acción de los cuerpos policiacos, particularmente el que está en manos de Leyzaola, no vaya a terminar en un simple remedo, en una mala parodia de la ‘loca academia de policía’, en una versión maltrecha de ‘el agente 777’ o, en su defecto, en la cárcel pública donde los gendarmes encierran todos los días a ‘La chupitos’, por la misma causa... porque encerrar a los poderosos (sea quién sea), es una práctica que les produce algo más que un simple gas en el trasero.
Escriba a Rafael Navarro dirjua@prodigy.net.mx
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