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Y ¿cuándo se hará juicio contra la pléyade de ex alcaldes que desgraciaron a Juárez…?

Si viviéramos en un estado real de derecho y, de sentido común, Ciudad Juárez sería un paraíso económico, la concepción más cercana a una ciudad moderna de primer mundo… pero no, la miseria política, los voraces ex alcaldes con los que ha contado esta frontera, muchos de ellos felices y distinguidos ciudadanos de los Estados Unidos, le dieron al traste a la ciudad y se fueron a casa, enriquecidos, cansados de robar y de burlarse impunemente del pueblo.
Nadie ha volteado al pasado. Pareciera que el problema de esta frontera es del alcalde en turno y los gobiernos recientes, aunque cada uno tiene su grado de participación y culpa. No, la voracidad del pasado son los efectos dolorosos del presente, es la base en la que se fincó el desarrollo que, para bien o para mal, acabó con la ciudad poco a poco.
Repito una frase contundente, el problema de Juárez no son las armas que entran por las Aduanas mexicanas, sino la corrupción que les permite ingresar.
Juárez, la ciudad a la que se le abonan tantas alabanzas hipócritas, es la tierra que ahora sangra doblemente. Por un lado reciente la mentira oficial crónica, con la que se gestó a lo largo de los últimos 30 años y que dejó heridas mortales; y, por otra parte, el dolor que ha causado la violencia desenfrenada por la muerte de miles de personas (¿culpables? ¿inocentes?, esos son juicios inmorales) que vivían y participaban en actividades diversas en esta ciudad, antes de participar en el crimen organizado.
Su pujanza industrial se tornó en una gran mentira. Los gobiernos de los tres niveles de volcaron su amor a las empresas extranjeras aprovechando la fama internacional que empezó a tener la ciudad.
Dejaron que los voraces empresarios norteamericanos, nipones, coreanos y canadienses pagaran la mano de obra a lo que les pegó la gana, todo por ‘hacernos el favor de darnos empleos’. La ciudad se convirtió en un enorme campo de concentración con sus respectivos esclavos; a cambio de los ‘favores’ dejamos que contaminaran la ciudad con toneladas de basura y desechos tóxicos que están enterrados en diversas partes del Valle Juárez; además, permitimos que pagaran el agua potable y el saneamiento a las tarifas que ellos mismos impusieron; depreciaron las calles con las pesadas unidades de transporte de carga; desequilibraron la base familiar, otorgando empleos a las mujeres, pero sin la garantía de guarderías para que sus hijos estuvieran seguros;
Esas mismas maquiladoras impusieron su real fuerza, convirtiéndose en un poder paralelo al estatal y municipal a quienes amenazaban con retirarse de la ciudad en caso de no hacer su voluntad.
Aceleraron el éxodo de miles de trabajadores de otros estados de la república a quienes invitaron a trabajar cuando los juarenses se negaron a los miserables sueldos y a las condiciones laborales.
Las Juntas de Conciliación y Arbitraje fueron obsequiadas a las empresas maquiladoras. Los abogados empresariales dominaban los tribunales laborales de la mano de los líderes de la CTM que vendieron cara su profesión de meretrices.
Mientras todo esto ocurría, los alcaldes voraces, cada uno en su tiempo, se apoderaban de la ciudad, adquirieron terrenos y propiedades y dejaron crecer los negocios del vicio, la prostitución y el desenfreno.
Uno de ellos, Manuel Quevedo, impunemente, se apoderó de la mayor parte del Lote Bravo, la reserva industrial, comercial, educativa y habitacional más importante del municipio; ya viejo y enfermo, este ex alcalde está convertido en uno de los hombres más ricos de la ciudad.
Con su vara de patriarca político quita, pone, impone, amaga y cumple sus amagos, porque el apoyo al PRI no proviene de su base ideológica, sino de su poderío económico que le permite decidir candidaturas y apoyos, al mismo tiempo que se erige como gigante de papel creyéndose un genio de la política y las finanzas. Ingenuo.
En ese mismo orden participó Francisco Barrio, un auténtico mujerujo de la política, que navegó con bandera de demócrata, auspiciado por su partido, el PAN, empujado por las acciones cívicas de muchos chihuahuenses a los que les quedó mal. Esa actitud de víctima, de hombre de doble ánimo… un mujerujo, pues, lo hizo triunfar en los negocios, auspiciado por su fallecido hermano quien le definió el futuro económico en negocios fincados desde el poder público.
Luego vino Jaime Bermúdez, cuya obra monumental y poderío económico ha sido la infraestructura de la industria maquiladora. Creo parques industriales, se alió con importantes consorcios inmobiliarios y desarrollo proyectos habitacionales.
El poder político que conserva hasta esta fecha, lo heredó al clan familiar como otro patriarca de la política. También se olvidó de Juárez porque concentró su visión en los negocios personales, sin aportar su tiempo y talento empresarial en el desarrollo de la frontera.
De Francisco Villarreal se puede decir poco. De este hombre, acusado en vida de ser un agiotista metido en la política, quedan pocos recuerdos. Su administración está matizada por los buenos recuerdos. El ejercicio de su actividad se convirtió en show internacional; era atractivo para los medios informativos de todo el mundo tener como alcalde de Juárez a un hombre preparado en la Facultad de Letras de la Sorbona de París, que además era propietario de un departamento en las céntricas calles de la capital francesa.
La ofensa más grande a su persona fue acusarlo de homosexual y de inventarle romances con hombres de revistas del corazón que vivían en Francia.
En la lista de ex alcaldes aparece el actual senador de la República, Ramón Galindo Noriega. Su presencia en la política ha sido un martirio para él y un lastre para sus representados.
Su caótico gobierno municipal se caracterizó por la estridencia, por una supuesta lucha municipalista cuyo discurso ha llevado a todos lados (como diputado local, federal y como miembro del Senado) y que nunca ha fructificado porque, al final de cuentas, la pieza de oratoria no es más que una forma de mantenerse en la burocracia política y recorrer el camino legislativo sin pena ni gloria.
No hay una sola referencia que traslade al pueblo juarense al recuerdo de su administración. No se puede decir que Galindo haya sido el impulsor de tal o cual obra pública o programa social. Al igual que Gustavo Elizondo, las versiones de su hambre de dinero son muy similares: ambos entraron quebrados, sin recursos económicos y, en el poder, resolvieron sus problemas financieros.
El más ambicioso y perverso del clan panista es, sin duda alguna, el propio Gustavo Elizondo: falso, ambicioso, dado a la mentira, proclive a una visión de hacer dinero fácil… corrupto.
Luego vino el último de la dinastía, Jesús Alfredo Delgado, un notario público que no nació para gobernar ni para la política. Ya en la silla presidencial, luego de ganar dos veces la elección, comprendió que su despacho y profesión eran de mejor envergadura que gobernar un municipio rodeado de corruptos funcionarios.
Terminados los gobiernos panistas, hicieron acto de presencia los alcaldes del PRI, Héctor Murguía y José Reyes Ferriz.
Por objetividad, no se pude borrar de un plumazo, la verdad histórica de una alcalde como Murguía que llegó al poder en espera de la competencia más importante de su vida.
Realmente el ser diputado federal e incluso Senador, eran cargos de menor envergadura para este político. El deseo final del hombre conocido como Teto, era llegar a la gubernatura, cargo que le fue arrancado de las manos, pues se había convertido en un verdadero fenómeno de la política en el Estado de Chihuahua.
En toda la historia política de la entidad ningún otro precandidato o político que aspirara a la gubernatura había sumado tal plenitud y poderío para aglutinar a las fuerzas vivas en el impulso de un solo proyecto-hombre.
Hábil negociador, hábil para incluir personajes de la oposición, hábil para saber el verdadero poder del dinero y los amigos… cuántas cosas se pueden decir de este hombre-fenómeno, que sigue apareciendo con una popularidad entre sus gobernados de casi el 95 por ciento en los rangos de aceptación.
La historia de su fracaso en esa faena estatal ya está escrita. La consolidación de su proyecto estatal originó una gran cantidad de errores políticos en el municipio de Juárez. Fallar le costó caro. Y a la verdad, no falló la figura, sino sus aliados. Las versiones de deslinde no son creíbles para muchos, pero en la práctica, en una realidad inobjetable, Murguía estaba más preocupado por ser gobernador que por gobernar Juárez.
En ese lapsus se abrieron los caminos para ambiciosos empresarios de la construcción y de otras actividades productivas; se dejó la carnicería municipal en manos de los hambrientos funcionarios públicos que lo rodeaban, ya muchos de ellos alejados del equipo o menguados en cargos menores en la actual administración.
Esos pequeños descuidos y la certeza de que ‘el sería’, abrieron el boquete a la corrupción generando una mala imagen al político que llegó a escalar los más altos niveles de las preferencias electorales.
La historia de José Reyes Ferriz y sus siete magníficos ladrones que lo acompañaron como los hombres y las mujeres del gabinete, dan cuenta de lo que fue este ex alcalde de triste memoria.
No se ha conocido a un personaje con tal nivel de megalomanía. Al amparo de su gobierno surgió la más espantosa corrupción y se fortalecieron los grupos de gays y de lesbianas al servicio del poder.
Su gobierno se define en una sola palabra: caos.

CONCLUSIÓN

Este breve recorrido, permite visualizar los periodos gubernamentales en casi tres décadas. A lo largo de ese tiempo no se impulsaron políticas a favor de la niñez y la adolescencia.
Las diversión de la ‘juventud’ (muchos de ellos menores de edad), eran los cientos de bares, cantinas y antros que se abrían al antojo de los empresarios del ramo. No había límite. Todo se podía, siempre y cuando compartieran sus ganancias con los políticos en turno.
Proliferaron las fiestas Rave, las tertulias privadas en donde se valía de todo: sexo, denigración, consumo excesivo de droga y alcohol entre adolescentes y adultos.
Los grandes negocios de la época, al amparo de los gobernantes, eran los hoteles de paso, donde los fines de semana miles de parejas hacían fila para entrar a patéticos cuartuchos donde no únicamente se vendía un espacio para las relaciones sexuales, sino el servicio de prostitución, alcohol y drogas.
La ciudad era la meca de la diversión para todos los que venían en los famosos viajes de placer y negocios; desde los Estados Unidos empezaron a proliferar, también, al amparo del poder político, el turismo de placer, que consistía en atraer a esta ciudad a los enfermos mentales norteamericanos que gustaban del sexo duro… nadie decía nada.
Así fue creciendo la popularidad de la ciudad. Todo era placer y diversión. Por la noche salían las huestes de Satanás y todos sus aliados y durante el día todos fingían ir a su trabajo, a la escuela o a la política como si nada hubiera sucedido.
Eran también los tiempos de las grandes ganancias para todos. Los medios de comunicación dominaban con un poder más allá de sus ‘manuales de estilo’ y de su ética. Los empresarios del ramo hicieron los grandes negocios publicitarios.
Secciones periodísticas especializadas en industria maquiladora e infinidad de anuncios clasificados de todo tipo, hicieron de los medios impresos, de la televisión y de la radio, los negocios más solventes de la ciudad.
Luego, en las navidades, todos a poner cara de bondad y de piedad para con los que menos tenían. Locutores se convertían en ‘Santa Claus’, durante sus recesos como promotores de lugares de mala muerte; se hacían colectas de alimento y cobijas y todo mundo lavaba su conciencia maquillando a Juárez como la ciudad del mesías navideño.
Ahora, aterrizando en la realidad del nuevo día, muchos de los jóvenes de aquel tiempo han llegado a la edad madura y observan como la ciudad se va desmoronando, como si fuera un castillo de arena que de consume poco a poco hasta formar un polvo que se pierde entre las aguas.
¿Quién cobrará el saldo a los ex alcaldes, muchos de ellos distinguidos habitantes de EU? ¿cuándo gritaremos sus nombres en señal de repudio por lo que hicieron por la ciudad?
Maldecirlos no sirve de nada, porque es oprobio contra la creación divina. Pero lo razonable es que miremos el pasado para no confundir los ideales políticos con las necesidades sociales.
Razonemos lo que nos pasó para entender que no siempre callar o unirse al placer efímero de una ciudad enferma por el caos y el desorden, es el mejor método para salvaguardar la vida, la paz y la tranquilidad para los hijos y los nietos que en ella viven.
Yo no aspiro al Juárez de antes, aspiro al Juárez del mañana.
Si algo puedo elogiar hoy del gobierno de César Duarte es la decisión tomada ayer, con visión ética y sentido común: el 30 por ciento de los permisos de venta de bebidas alcohólicas serán retiradas del mercado.
No importó al gobernante la mala situación de los negocios del ramo, porque no debe de importarnos a nadie que ese ramo se esté pudriendo.
Muchos hoteles de paso que existían en la ciudad, ahora son ruinas miserables. Esperemos que sus dueños cambien el giro o los cierren; esas lúgubres negociaciones no sirven para los juarenses.
Infinidad de antros que permitían el acceso a menores, están cerrando sus puertas o ya están cerrados. Enhorabuena, que así sigan esos nefastos pilares de la degradación social.
Y, aunque sé que nadie hará nada contra los ex alcaldes que trajeron la inmundicia y la degradación a esta ciudad, contra los corruptos del poder municipal y sus cómplices, solo esperamos la justicia divina… porque creemos que la palabra viva de Dios se cumplirá tarde o temprano y créanlo, ‘Horrenda cosa es caer en manos del Dios Vivo’. Escriba a Rafael Navarro dirjua@prodigy.net.mx Si desea leer los artículos atrasados www.codigobering.blogspot.com

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